es el régimen que transforma todo en imagen y experiencia empaquetada.
un modelo donde la visibilidad se vuelve más valiosa que la estructura.
no importa si algo es sólido, solo si puede venderse, fotografiarse, replicarse.
en méxico, en latinoamérica, se repite la fórmula:
lugares que se “activan”, barrios que se “ponen de moda”, proyectos que se “reconocen”.
pero detrás del escaparate no hay fondo: solo réplicas vacías de lo que alguna vez fue real.
formatos exportables, narrativas diseñadas para durar lo que dura una tendencia.
se estetiza la precariedad, se romantiza la cultura popular, se empaca la diferencia.
el otro se convierte en recurso visual.
la violencia sistémica se disfraza de identidad local.
todo se vuelve decorado funcional.
la economía del espectáculo desplaza a quienes no producen contenido.
es una maquinaria que recompensa la representación y castiga la permanencia.
los que sostienen el territorio no aparecen.
los que aparecen no permanecen.
xpan no se sitúa fuera de este sistema, pero tampoco lo celebra.
la tarea es evidenciar su lógica, cortar sus flujos, construir desde otro ritmo.
no basta con intervenir la superficie: hay que diseñar estructuras que resistan la repetición.
lo no espectacular también puede sostener el futuro.
la economía del espectáculo también opera en lo profesional y lo estético.
se replica lo que parece funcionar: estudios clonados, estéticas neutras, discursos calcados.
no es para agradar, sino porque se cree que parecerse al
norte global
referencia simbólica de validación en el sistema cultural dominante
es garantía de sofisticación.
pero el resultado no es ni lo uno ni lo otro: ni local ni universal, ni denso ni claro.
carece de arraigo, de contexto, de autenticidad.
y sin autenticidad, no hay permanencia. solo reciclaje de fórmulas.
intervenir el espectáculo no es destruir la imagen.
es construir algo que no dependa de ella.